Una pausa y volvemos!

Al día siguiente estaba destrozado, me dolían mucho las heridas de los brazos y la parte frontal de la boca. Y no solo yo, mi apreciada cámara de fotos no se encendía y creí que había muerto en el accidente. Juntamente con la cámara, también una maleta, la maneta de freno derecha y la caja de plástico que cubre mi Gopro china también quedaron dañadas. Nona y Uri ,juntamente con el médico que me atendió en el hospital, ya habían decidido que íbamos a tomarnos el día de descanso y que tomaríamos el bus para llegar a Puerto Río Tranquilo por la tarde. Emilio por su parte decidió emprender el camino en bicicleta ya que se trataba de uno de los tramos más bellos de la carretera y no se lo quería perder. Aún en Cochrane, nos encontramos a uno de los chicos chilenos con quien hicimos el asado en Candelario Mancilla que se quedaba ese fin de semana para las fiestas costumbristas de la ciudad (una de las cosas que más ilusión daban a Nona), pero íbamos justos de tiempo y vimos que el bus era la mejor opción. Las bicis fueron directo al portacargas del techo y nosotros comodos dentro.






El bus hizo una parada técnica en Puerto Betrand, un pueblecito muy bonito recomendable para los amantes del kayak.



Después de unas horas llegamos a Puerto Río Tranquilo y como era tarde, nos fuimos a buscar un camping, cenamos y a dormir. Al levantarnos nuesta intención era ir a ver las famosas Catedrales de mármol pero el mal tiempo nos jugó otra mala pasada y cerraron el puerto todo el día. Viendo el panorama y después de analizar un poco mi estado físico, decidimos pedalear dejando el lago atrás, y paramos a dormir en otra casa abandonada por el camino.



Esta vez nos tocó compartir el lugar con una pareja de ciclistas neozelandeses que llevaban un año con sus 29" por los Andes y haciendo todos los trekkings que encontraban. La mañana siguiente amaneció con lluvia, era el último día de Uri sobre la bici antes de dirigirse al aeropuerto de Balmaceda y proseguir su viaje en Perú con su novia Julie y unos amigos. Yo decidí esperar junto a los neozelandeses a que la lluvia amainara pero Nona y Uri decidieron tirar. Pasé una muy buena mañana recibiendo sus consejos pero la lluvia no paró en todo el día y por más inri tuve que sobrevivir con una mísera lata de garbanzos.

Llegué a Cerro Castillo empapado, helado y muy cansado. Primero de todo fui a la primera tenda que encontré para atiborrarme a galletas y luego me dirigí al camping donde habíamos quedado. Allí estaban Nona, Uri, Iris y Roberto en uno de los mejores campings que hemos visitado, el Senderos Patagonia. Esa ducha de agua calentita interminable la recordaré toda mi vida! Y luego fuimos a un restaurante para celebrar la despedida de Uri y a dormir.




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