No me gustan las despedidas

El grupo ciclista e Iris nos despedimos de Felipe, que iniciaba su camino de regreso a la gran ciudad de Santiago y que iniciaría la ronda de bajas de la semana. Pero no nos pongamos aún tan tristes y vayamos día a día. Salimos de Cochamó a media mañana ya que ese día no había prisa, objetivo: llegar a La Ensenada, a los pies del volcán Osorno.





Fue una ruta muy reajada y nos paramos en una casa a comer unas empanadas y un kuchen por el camino que nos dejaron anonadados por el arte de la cocinera.


Después seguimos y llegamos a La Ensenada. Allí habían dos campings y en la puerta de uno de ellos nos encontramos a Pedro, un local que después de explicarnos toda la historia de actividad volcánica de la zona, se ofreció a llevarnos gratuitamente en coche hasta la mitad del volcán para ver la puesta de sol desde allí sobre el lago. Primero, aprovehando que hacía un sol esplendido, estuvimos disfrutando de la playa del camping. 


Después de una ducha y de ir a comprar para hacer la cena, Pedro nos recogió y fuimos a ver el volcán. El Osorno, junto con el Edna y el Fuji és uno de los únicos del mundo con forma cónica perfecta.




Después cenamos una rica pasta carbonara y nos fuimos a dormir. El día siguiente vino la despedida. Nona, Laura y David partían en dirección opuesta a Emilio, Iris y a mi. La despedida fue bonita, pero también dura. Tres buenos amigos con los que había compartido grandes momentos se iban, pero sobretodo Nona, la persona con la que había estado compartiendo viaje desde hacía 2 meses y una muy buena amistad desde los 15 años. Pero era momento de seguir, y después de comer una empanada que me dió cagarrinas durante los siguientes 6 días, emprendimos el viaje con Emilio dirección Puerto Varas, donde también iba Iris.

Allí estuve 7 días visitando la ciudad y los pueblos de alrededor, a la vez que iba solucionando y arreglando las múltples cosas que no habían sobrevivido a los primeros dos meses de viaje.

Dos de los 7 días, Emilio y yo fuimos acogidos por los amigos de Dani (el chico que nos encontramos en las Termas el Sauce) y estuvimos genial. Gracias Adriana!


Visitamos el mercado de Angelmó en Puerto Montt para comer Curanto.



Y a Frutillar a comer delicioso kuchen y pasteles.


Y además estuvimos varios días por Puerto Varas comiendo y haciendo varias cosas con otra gente. Todo era divertido hasta que el sábado a las 6 de la mañana partió Emilio, que volvía a España después de compartir dos meses geniales y a eso del mediodía Iris, que se iba con sus amigos a Chiloé. Una sensación desagradable me invadió, de repente me encontraba completamente solo, hasta en el camping estaba solo y me pilló un bajón muy grande. El miedo apareció, no sabía que hacer y no paraba de pensar que el hecho de estar solo era horrible y que nunca lograría pasarlo bien. Fue con diferencia el peor día del viaje y me fui a dormir muy triste... 

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