Calma tron!

Nos levantamos prontito y Nona, Uri y yo fuimos a comprar el pan. Después de un análisis exhaustivo del terreno acabamos el comedor de una casa con un pequeño mostrador al fondo y una señora tras él que prometía tener pan recién amasado. También encima del mostrador yacía una torta de migas con tintes rojos que llamó especialmente mi atención: "Es kuchen" espetó la señora. Yo cogí un trozo sin dudarlo y así hizo Uri. Nona dudó un poco más, pero después de consultar con la señora que el kuchen no llevaba ninguno de sus grandes enemigos estomacales también se llevó un trozo. A partir de ese momento, el kuchen se convirtió en uno de los elementos básicos de nuestra dieta y de todo aquel que ha osado acompañarnos.





Después de desayunar y subir nuestro pesado equipo por las 200.000 escaleras de madera montamos las bicicletas y nos fuimos. Nuestro siguiente destino: Cochrane (la "en teoria" primera metrópoli en la carretera. Para llegar a Cochrane desde Tortel hace falta 1 día y cuarto, ya que ninguno de nosotros queríamos repetir la paliza del día anterior. El camino del primer día fue bueno, empezando por un paisaje montañoso sin mucha vegetación, pasando por algún que otro lago y terminando en unos bosques de árboles que ni por asomo dejaban pasar al sol.






Finalmente vimos una casa donde un cartel anunciaba cerveza, verduras frescas y café, perfecta combinación cuando uno va restreñido. Y ya que todos teníamos nuestros problemas excepto Uri (que no paraba de tirarse pedos), decidimos hacer una parada. Dentro de la casa nos recibió una mujer de avanzada edad a la que no le gustaba mucho hablar con pan, mantequilla, mermelada casera y café. Nuestros frustrados intentos de hacer que hablara terminaron por enojarla y decidió que el festín de comida de 1.500 pesos por persona se había acabado. Por suerte nos dejó acampar en el jardín y ducha con agua caliente por 1.000 pesos más.



Mientras estábamos allí devorando los panecillos apareció otro ciclista. Era francés por lo que el encargado de romper el hielo era Uri. El hombre resultó ser Jean Marie, un ultra experimentado cicloturista con una mente realmente prodigiosa capaz de recordar con pelos y señales todos los sitios que ha visitado con la bicicleta por el mundo (que les juro que no son pocos). Estuvimos escuchando sus sabios consejos bajo el feroz ataque de la nube de mosquitos más grande que jamás he podido ver hasta que todos nos dimos por vencidos y nos fuimos a dormir.

El día siguiente era un día importante para todos nosotros ya que a sabiendas de la llegada de la primera ciudad grande, habíamos concertado una cita via llamada de whatsapp para hablar con nuestras respectivas parejas. El camino de ripio fue horrible pero llegamos a buena hora y siguiendo la recomendación de una pareja de holandeses que encontramos en Río Bravo fuimos a comer al restaurante La Martica. Todos estábamos tensionados así que la comida fue un desastre. Comimos e hicimos las pertinentes llamadas. El peor parado fue Emilio, que a resultas de la llamada decidió quedarse una noche en Cochrane y no seguir con el viaje momentáneamente.



Con pena invadiendo nuestro cuerpo Nona, Uri y yo seguimos. Pasado Cochrane venía una subida impresionante (por suerte asfaltada) acompañada de paisajes que a uno le hacen pensar en escenas del "rey león" o de "en busca del valle encantado" que culminaba en la entrada del parque Patagonia (uno de los parques naturales de la zona).



En la bajada, también asfaltada e igual de larga, aprovechaba el peso de mi bicicleta para seguir a un autobús a toda velocidad. Llegamos al río y seguía una subida (otra vez interminable) de ripio suelto. Estábamos cansados, pero queríamos llegar a un lugar donde se podía acampar gratuitamente segun el ioverlander. Cuando llegamos arriba, quedaban solo 10 kilómetros y nos lanzamos rapidamente para abajo. Como siempre yo, el mas flipado, empecé a coger velocidad. La tercera curva era cerrada y de derechas, con mucha arena suelta. Intenté tumbar como si fuera en moto, y acabé tumbado arrastrando la cara por el suelo, "Haha" ahora me río pero en el momento pensaba que me había roto algo seguro (aquí un par de fotos).





Nona i Uri me sentaron en arcén i apartaron todas mis cosas que quedaron esparcidas por el medio de la carretera. A los 5 minutos paró un coche. En él viajaban el padre y la madre delante, y los dos hijos y el tío de los mismos detrás. No cabía nadie más así que Nona y Uri trataron de parar un par de coches mas mientras yo no sabía que hacer. Al final, en un acto heroico, la mujer del coche que aún seguía parado se apretujó detrás y me invitó a subir para llevarme al hospital , siempre estaré agradecido a esa buena família que hasta consiguió sacarme alguna que otra sonrisa durante el viaje. Pero la bondad de los chilenos no acabó aquí. A los 10 minutos llegaba una pick up con las 3 bicicletas y a los 15 otra con Nona e Uri encima. Para redondear todo, el menda se salvó de otra caida más sin romperse nada y después de que me puesieran un par de puntos, recogimos a Emilio y lo fuimos a celebrar con una buena cerveza!


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