Bienvenido Emilio!

Al día siguiente nos levantamos tarde. Roberto, que estava helado dentro de mi saco de verano, se fue a su hostel tan pronto finalizó el toque de queda. Iris se levantó con ganas de pollo asado así que nos duchamos, ordenamos un poco todo y nos fuimos al super a comprar un pollo. Fuimos a la plaza de armas de Coyhaique (todas las plazas centrales de las ciudades chilenas se llaman plaza de armas) y pasamos 4 horas allí entre comer el pollo y dormir una siesta sobre el césped.




Al rato llegó Emilio, que vino de Cerro Castillo en dos días. Al día siguiente reemprendíamos la cicloruta así que debíamos pasar una tarde de súper y ultimando detalles. Yo debía visitar el hospital para que me sacaran los puntos de la boca pero me dijeron que al no tratarse de una emergencia debía esperar hasta el lunes (el día siguiente), a partir de las 8 de la mañana. Ese día nos fuimos a dormir temprano y por la mañana a las 8 y media ya hacía cola en la enfermería. La suerte no me acompañó ya que cuando era mi turno me informaron de que era día de vacunación y que antes de las 12 no me iban a atender..... Mi relación con Nona se había enrarecido a lo largo del viaje (és la primera vez que pasamos tanto tiempo juntos) y los dos vimos una buena oportunidad para tomarnos un día de distanciación y poder reflexionar sobre ello. Así que Emilio y ella fueron tirando para también tomarse el día más tranquilo y llegar a destino al mediodía. Al final, salí del hospital a las 14, comí algo y me puse en marcha.



La ruta era de rípio en un 70% y cuando llevaba unos 25 kilómetros me pasó una cosa muy graciosa. La carretera estaba cortada, como tantas nos encontramos en el camino, pero esta vez no me dejaban pasar. Era raro porque siempre dejan pasar a las bicis pero el hombre al mando de la obra me decía algo de que estaban haciendo volar el terreno y que me apartara hasta 500 metros más atrás. Yo no entendía nada pero le hice caso. Justo cuando llegué a zona segura, Booooom! Entendí de golpe a que se refería! Tuve que coger una ruta alternativa que resultó ser muy bonita.



Llegué al lugar de encuentro casi de noche, un pequeño trozo de terreno escondido de la carretera y al lado de un riachuelo. Lo primero que hicimos nada más llegué fue hablar con Nona de nuestra situación y después de exponer cada uno sus pensamientos, nos fundimos en un gran abrazo y problema resuelto.



El día siguiente fue uno de esos de hacer muchos kilómetros casi sin enterarnos. Una ruta bonita, asfaltada y llanita entre bosques, ríos y lagos. Mirad donde paramos a comer! Bonito, ¿eh?



Por el camino nos paramos a charlar con un cicloturista americano que ya hacía su cuarta ruta por Chile. Nos contó que era ingeniero y que aprovechaba cuando le daban la oportunidad de dar clases en la universidad de Chile para venir un poco antes y viajar. También él nos dio la mala noticia de que se venían lluvias torrenciales para el siguiente día. Nosotros hasta el momento no habíamos tenido un solo día serio de lluvia así que no hicimos mucho caso de la recomendación.
Pasado Villa Mañiguales llegamos a otro free camping (también al lado de un río) sobre las 16 de la tarde a pleno sol. Por fin un día para hacer la colada! Lavamos todo lo que pudimos y lo pusimos a secar sobre las rocas del río mientras nos bañábamos. Pero algo raro había en ese lugar, había muchísima más vegetación, como si de la mismísima selva se tratara, y empezamos a pensar que quizás la recomendación del gringo no era del todo errónea....



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