Cogimos el bus a las 7 y a las 9 ya estábamos llegando a El Chaltén con las impresionantes vistas del monte Fitz Roy y el Cerro Torre en un día perfecto.
Nada más llegar, nos dirigimos a la Casa Ciclista de Flor (recomendación de nuestra buena amiga Marta) y plantamos las carpas en el jardín. Fuimos al supermercado a comprar y a hacer un par de trekkings de no más de 5 kilómetros y por la noche hicimos nuestro propio asado.
Durante los 4 días que estuvimos en el Chaltén estuvimos haciendo trekkings preciosos a diario.
y por las tardes conversando con increibles personajes del mundo viajero y cicloturista de los que aprendí muchísimos trucos para aprovechar mejor mi celular y mejorar el rendimiento de mi bicicleta (aquí una foto del enésimo asado que hicimos en buena compañia).
Per los 4 días terminaron y empezaba la gran aventura, el cruce de Argentina a Chile desde el Chaltén, pasando por el Lago del Desierto, Candelario Mancilla y un cruce en barco hasta Villa O Higgins (el punto de inicio de la carretera Austral).
La aventura empezó el domingo 28 de Enero después de comer y la primera parte era una carretera de ripio de 37 kilómetros hasta llegar a el Lago del Desierto (donde acampamos gratuitamente en un sitio escondido cerca de la carretera). Todo parecía tranquilo y aunque el ripio no era muy bueno teníamos mucha energía de los 4 días sin bicicleta. Pero después de 5 kilómetros, el viento volvió a hacer acto de presencia. Ese viento no era cualquiera, fue el peor viento que jamás habíamos sufrido. Tuvimos que hacer tramos de dos en dos para que la bicicleta o hasta nosotros mismos no saliéramos volando por los aires. Por suerte, después de 8 kilómetros cambiamos de valle y el viento desapareció para dar lugar a unos últimos 20 kiómetros tranquilos de sube y baja entre bosques frondosos y cascadas.
Al día siguiente nos levantábamos temprano ya que era el día señalado. En una carrera contrareloj debíamos cruzar el Lago del Desierto, hacer 6 kilómetros infernales con la bici a cuestas y finalmente 17 kilómetros más de ripio hasta llegar a Puerto Candelario Mancilla antes de las 18 de la tarde, cuando supuestamente salía nuestra embarcación. Bien avisados por los ciclistas que circulaban en dirección contraria que nos habíamos ido encontrando y habiendo mirado las previsiones meteorológicas, llevábamos encima provisiones para sobrevivir durante 5 días. El cruce del lago lo hicimos de la siguiente forma: Nona y nuestras 4 bicicletas subidas al barco y Uri, Emilio y yo bordeamos el lago a pie en un trekking de 14 kilómetros durísimo que no se podía realizar en bicicleta. Acto seguido nos tomamos un respiro todos juntos a la vez que el oficial argentino estampaba nuestros pasaportes y nos dirigimos hacia los 6 kilómetros infernales. Digo infernales porque fueron 6 kilómetros pasando por un sendero lleno de raíces gigantes, riachuelos y barro (después de una mañana lluviosa) con las bicicletas cargadas a más no poder. Después de comprobar que mi capacidad física no daba para arreglármelas solo con la bicicleta más pesada de todas, el bueno de Uri cargó con una de mis maletas a la espalda y a duras penas fuimos avanzando.
Al final fue en un tiempo récord de 2 horas y media, que después de haber oido mil historias de 5 o 6 horas de duración nos supo a gloria.
Empezamos los últimos kilómetros en bicicleta con 1 hora y cuarto de tiempo y nos lanzamos a toda velocidad para no perder la posibilidad de cogerlo. Llegamos a tiempo a la frontera chilena, donde las primeras noticias desperantes empezaron a caer. Primero, la ya conocida negativa a entrar alimentos frescos procedentes de Argentina (solucionado con una ensalada de garbanzos y verduras en plena comisaria) y segundo, la confirmación de que no habría barco por lo menos hasta el jueves siguiente, Pffffff!!!! Seguimos avanzando y nos dirigimos al camping de Candelario Mancilla (la única opción viable de quedarse en la zona esperando al barco) y allí empezó una aventura que nunca olvidaremos.
Continuará....
Nada más llegar, nos dirigimos a la Casa Ciclista de Flor (recomendación de nuestra buena amiga Marta) y plantamos las carpas en el jardín. Fuimos al supermercado a comprar y a hacer un par de trekkings de no más de 5 kilómetros y por la noche hicimos nuestro propio asado.
Durante los 4 días que estuvimos en el Chaltén estuvimos haciendo trekkings preciosos a diario.
y por las tardes conversando con increibles personajes del mundo viajero y cicloturista de los que aprendí muchísimos trucos para aprovechar mejor mi celular y mejorar el rendimiento de mi bicicleta (aquí una foto del enésimo asado que hicimos en buena compañia).
Per los 4 días terminaron y empezaba la gran aventura, el cruce de Argentina a Chile desde el Chaltén, pasando por el Lago del Desierto, Candelario Mancilla y un cruce en barco hasta Villa O Higgins (el punto de inicio de la carretera Austral).
La aventura empezó el domingo 28 de Enero después de comer y la primera parte era una carretera de ripio de 37 kilómetros hasta llegar a el Lago del Desierto (donde acampamos gratuitamente en un sitio escondido cerca de la carretera). Todo parecía tranquilo y aunque el ripio no era muy bueno teníamos mucha energía de los 4 días sin bicicleta. Pero después de 5 kilómetros, el viento volvió a hacer acto de presencia. Ese viento no era cualquiera, fue el peor viento que jamás habíamos sufrido. Tuvimos que hacer tramos de dos en dos para que la bicicleta o hasta nosotros mismos no saliéramos volando por los aires. Por suerte, después de 8 kilómetros cambiamos de valle y el viento desapareció para dar lugar a unos últimos 20 kiómetros tranquilos de sube y baja entre bosques frondosos y cascadas.
Al día siguiente nos levantábamos temprano ya que era el día señalado. En una carrera contrareloj debíamos cruzar el Lago del Desierto, hacer 6 kilómetros infernales con la bici a cuestas y finalmente 17 kilómetros más de ripio hasta llegar a Puerto Candelario Mancilla antes de las 18 de la tarde, cuando supuestamente salía nuestra embarcación. Bien avisados por los ciclistas que circulaban en dirección contraria que nos habíamos ido encontrando y habiendo mirado las previsiones meteorológicas, llevábamos encima provisiones para sobrevivir durante 5 días. El cruce del lago lo hicimos de la siguiente forma: Nona y nuestras 4 bicicletas subidas al barco y Uri, Emilio y yo bordeamos el lago a pie en un trekking de 14 kilómetros durísimo que no se podía realizar en bicicleta. Acto seguido nos tomamos un respiro todos juntos a la vez que el oficial argentino estampaba nuestros pasaportes y nos dirigimos hacia los 6 kilómetros infernales. Digo infernales porque fueron 6 kilómetros pasando por un sendero lleno de raíces gigantes, riachuelos y barro (después de una mañana lluviosa) con las bicicletas cargadas a más no poder. Después de comprobar que mi capacidad física no daba para arreglármelas solo con la bicicleta más pesada de todas, el bueno de Uri cargó con una de mis maletas a la espalda y a duras penas fuimos avanzando.
Al final fue en un tiempo récord de 2 horas y media, que después de haber oido mil historias de 5 o 6 horas de duración nos supo a gloria.
Empezamos los últimos kilómetros en bicicleta con 1 hora y cuarto de tiempo y nos lanzamos a toda velocidad para no perder la posibilidad de cogerlo. Llegamos a tiempo a la frontera chilena, donde las primeras noticias desperantes empezaron a caer. Primero, la ya conocida negativa a entrar alimentos frescos procedentes de Argentina (solucionado con una ensalada de garbanzos y verduras en plena comisaria) y segundo, la confirmación de que no habría barco por lo menos hasta el jueves siguiente, Pffffff!!!! Seguimos avanzando y nos dirigimos al camping de Candelario Mancilla (la única opción viable de quedarse en la zona esperando al barco) y allí empezó una aventura que nunca olvidaremos.
Continuará....
Vui la continuacióooo!!😊
ResponderEliminarCada post que escribes es mas interesante al anterior :) un abrazo!
ResponderEliminarA mí també m' has deixat molt intrigada! No sé si podré aguantar!! Petons!
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