Patagonia: Toma de contacto

El vuelo fue con Aerolineas Argentinas, partí desde Barcelona a las 18:20 y llegué sobre las 3:30 (hora local) a Buenos Aires. Allí esperé 6 horitas hasta que a las 9:20 volé a Ushuaia después de un vuelo con escala. En total fueron unas 24 horas de viaje. La única pega que encontré fue tener que cortar la caja de la bicicleta en Buenos Aires ya que el escáner que tienen en la terminal C del aeropuerto es un poco pequeño, pero después de estar un rato dándole al cúter y aplicando cinta de embalaje que me dió la chica de Aerolineas Argentinas (muy maja por cierto) todo solucionado. Cambié un poco de dinero, cogí una tarjeta de prepago para el mobil en la terminal A y a volar!!! No sin antes degustar una empanada de carne acompañada de la archiconocida cerveza Quilmes :)



Llegando a Ushuaia el viento hizo de las suyas provocando mas de un grito entre los pasajeros del avión. Por suerte, los pilotos que realizan este trayecto lo llevan muy por la mano y el aterrizaje fue de diez.
El aeropuerto de Ushuaia es un pequeño edificio 100% de madera ubicado en una lengua de tierra dentro del mar, muy espectacular!
Al ser muy pequeño, las lamletas salieron a la velocidad de la luz y con ellas la caja cortada que llegó intacta. Estuve un par de horas montando la bicicleta y distribuyendo mi equipo entre las maletas. Durante este tiempo, la gente observaba y hasta pude conversar sobre mi viaje con una pareja de chinos argentinos que iban a pasar unas vacaciones por la zona. Finalmente, así quedó el producto final.


Iba con la idea de empezar a rodar directamente dirección al lago escondido pero desistí de la idea debido al jet lag, un poco de lluvia y lo que días después descubrí que era solo una pequeña brisa. Busqué un hotelito en el centro y me fui a dormir temprano.
Ya al dia siguiente pude comprovar que las vistas del hotel no estaban nada mal


 y después de un buen desayuno empezó la gran aventura (no sin antes tomarme la foto de rigor con el famoso cartel del fin del mundo).



Y vamos allá, el primer tramo empieza para arriba y para abajo durante unos 45 km donde se culmina el paso Garibaldi con unas vistas preciosas al Lago Escondido. 


Ese tramo, lo compartí con dos señores franceses que querían llegar hasta Santiago (aquí podeis ver a uno de ellos sufriendo de lo lindo).


Después de coronar el puerto y disfrutar de las vistas una bajada rápida y relajante de 5 km nos llevó hasta el Lago, donde ellos pernoctaban.
A mi me aguardaban 45 km mas de pequeñas subidas y bajadas hasta quedarme a 12 km de la ciudad de Tolhuin, donde planté mi carpa en un sitio escondido en medio del bosque.


La primera noche de mi vida acampando solo en medio del bosque fue bastante excitante! No por lo que pasó, ya que solo pude ver un par de moscas, pero por lo que pasaba en mi cerebro! El muy cabrón no paraba de intetarme convencer de que me encontraría un puma o una pareja de hermanos asesinos de la zona mientras yo aguardaba tenso y sudoroso en mi tienda. No fue hasta que recordé que la chica más bonita del mundo me habia regalado un libro, que empecé a leer y me pude tranquilizar durmiéndome a los pocos minutos como un lirón (como veis niños leer va muy bien).


Me desperté el dia siguiente y rápidamente comí un par de trozos de pan con dulce de leche, recogí todo y a rodar!
Paré en Tolhuin a redesayunar en la panaderia la Unión (no os podeis perder sus pastas con dulce de leche) y tienen wifi!! He de decir que el camino a Tolhuin se hace bastante duro con 3 o 4 subidas que a las 8 de la mañana te hacen desear no haber despertado del sueño (aunque ese fuera la amenazadora mirada del puma acercándose entre los árboles).
Después unos 50 km más a buen ritmo y pude divisar la costa atlántica por primera vez! Que belleza y a pleno sol, mirad.


Pero como dice el dicho, no es oro todo lo que reluce y a partir de ese momento empezó la apoteósica lucha de Riupetit el Bravo versus El Viento Patagónico (en contra todo el rato con rachas de entre 40 y 70 kmh). Era mi segundo día y yo, muy ingenuo lo di todo para poder avanzar a velocidades de entre 9 y 12 kmh durante 40 interminables kilómetros. El paisaje seguía siendo precioso y eso me motivaba así como la idea de que al día siguiente el viento pararía. Pero tenía dos inconvenientes: No habia ningún grupo de árboles que como yo se atrevieran a plantarle cara al viento eso significando que la ya de por si árdua tarea de acampar se me hacia casi imposible y no me quedaba agua para beber y cocinar. Por suerte me fijé que había unas vacas agrupadas cerca de la carretera y fui como un zombie con mi super filtro de agua a probar suerte. Y si!!!! Las vacas son la clave! Pude llenar mis dos botellas y ello me motivó a seguir un poco más... Al borde de la extenuación, diviso el cartel de 20 km a Rio Grande (la siguiente población) y yo no podía hacer ni 2 km más. Pero los hice (los 2 km) y al  lado izquierdo de la carretera pude ver unos agujeros donde quedar escondido de la mirada de los coches y de la furia del viento patagónico. Monté la carpa como pude. Después me cociné un buenísimo arroz blanco con ketchup


 y un postre de pan con dulce de leche (variar un poco siempre va bien). Esa noche mi cerebro no daba ni para pensar en pumas y me di cuenta que aunque haga viento y fresquito, el sol quema igual.



Aun así, seguía pensando que el viento era pasajero y me dormí enseguida con una sonrisa en la cara pensando que el gran Riupetit lo había vencido!

Continuara....

Comentarios

  1. Maarc..quins paisatges..tant fantàstics,solitaris i evocadors..segur que la ment es desperta tant com les cames!! Ja espero la següent entrega!

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  2. Molt maco tot el que veiem amb del teus ulls!! i ho descrius tant bé....... que ens trasllades als increïbles paratges, encara sento la mirada del puma i tot! Felicitats per atrevir-te a viure el teu somni!

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